“Si hubiesen siete
pecados capitales colombianos, el arribismo encabezaría la lista”[1].
Escrito por: Juan David Rivera
Méndez
“si no tiene para
el hielo, no consuma whisky.
Si no tiene para
la gasolina, no tenga carro.”
Las
siguientes palabras son producto de un dialogo académico y de amistad, donde
hemos concluido que una gran variedad de colombianos prefiere aparentar que vivir
en el maravilloso mundo de la realidad. A continuación, uno de los principales síntomas
de colombianos que viven en mundos fantasiosos que no serán juzgados porque
lamentablemente crecieron en culturas de la “vida fácil”, de preferir lo
material que lo intelectual, optando por tener comportamientos egoístas y no
contributivos para la formación de una mejor sociedad. Como diría el columnista
Daniel Emilio Rojas Castro del Espectador «Si hubiesen siete pecados capitales
colombianos, el arribismo encabezaría la lista».
Me
permito nombrar cinco (5) síntomas del colombiano arribista:
- 1.
Prefiere
no comer o cubrir necesidades básicas, hasta deber pensiones de sus hijos o
responsabilidades familiares con tal de viajar o tener gustos materiales.
- 2.
Tener
medios de transporte como motos y automóviles, sin tener sustento económico para
cubrir con sus respectivos gastos que representan la gasolina, impuestos y mantenimiento.
- 3.
Aparentar
vivir en un estrato social, sin tener sustento económico para cubrir gastos
como administración, servicios públicos e impuestos.
- 4.
Tratar
con inferioridad a otras personas, olvidando radicalmente de donde provienen
sus genes de nacimiento. Este síntoma es muy común en todos los ámbitos sociales.
- 5.
En
las fiestas son los que más aparentan del conocimiento de bebidas, pero no
tienen sustento económico para cubrir lo del hielo.
- 6.
Usted
siga completando la lista….
Lo
anterior enunciado, es la clara expresión de inferioridad con el fin de obtener
un reconocimiento “social”. Por lo tanto, para el arribista su prioridad es
tener carro, ropa, apartamento y siempre disponer todos sus diálogos en lo
superficial, y dejar de lado el fondo de lo que sí constituye el progreso y es
la inteligencia de hablar de idealismo, actualidad económica, política, etc. Como
lo decía Castro en su columna del Espectador «El arribista tiene pavor del
vacío y del silencio porque en esos registros ninguno de los atributos que se
abroga tiene sentido. Por eso debe llenarlos con decenas de cosas o de
pensamientos insignificantes. Por esa pasión frente a lo insignificante, el
arribista es a menudo víctima de su propia estupidez y cree erróneamente que el
estatus se puede adquirir con dinero».
Sin duda
alguna, estas palabras llegaran al corazón de ustedes de manera positiva o negativa
(tal vez de señalarme de elitista), pero si se siente identificado quiero
transmitirle que lo material no es la esencia de una sociedad, porque no
conduce al ser para generar emancipaciones o revoluciones que generen avances
sociales. Es importante saber que Colombia presenta unos índices de desigualdad
social como lo sustentó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal) «En Colombia, en términos monetarios, 27 de cada 100 colombianos son
pobres, mientras que entre 7 y 8 de cada 100 son considerados dentro de la
pobreza extrema».
El
camino es duro, pero mi propuesta permanente desde que fui Directivo de la
Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano es que desde la primera infancia,
colegios y universidades fomentemos cátedras sobre la ética profesional y
social, donde las conductas deben estar guiadas al fortalecimiento de valores,
principios y de inculcar sobre el esfuerzo del trabajo, el cual deberá ser
transmitido en los hogares. El Estado juega un papel importante, y es ponerse
como meta la promoción de políticas que fomente la protección de las familias, las
cuales sean funcionales porque desde los hogares se imparten los valores y los
comportamientos positivos (lamentablemente, los divorcios, separaciones
propician impactos emocionales para toda persona).
Me
llena de orgullo expresar que la primera vez que se acreditó la Universidad de
Bogotá Jorge Tadeo Lozano, y yo fungía como Representante de Estudiantes ante
el Consejo Directivo, promoví con el apoyo de mi padre y de los demás consejeros
poner en la misión y visión la palabra ÉTICA.
[1] Rojas, Daniel Emilio, 8 de mayo de 2018, recuperado
de: https://www.elespectador.com/opinion/arribismo-colombiano-columna-754716
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